Aznar vs Cobra

Me hallo en el más amargo de los cabreos, una vez más por culpa de una (otra) injusticia a la que estoy asistiendo estos días.

El otro día, cuando José María Aznar perdió los papeles en la Universidad de Oviedo, a la que fue invitado para poder insultar y crispar cobrando, muchos nos regocijamos al ver cuál es su verdadera condición: la zafiedad, el desdén y el odio que presentíamos que le eran abundantes, quedaron magníficamente retratados en la fotografía que lo mostraba como lo que es, un macarra de cuello duro, un señorito de pan pingrao venido a más, un maleducado encantado de haberse conocido. Un perdonavidas repelente que no tiene siquiera capacidad, ni templanza, para enfrentarse con dignidad a la crítica y al insulto -bien merecido en este caso, por cierto- que a todos los que han estado -o están y estarán- en el puesto de presidente de un gobierno, les cae antes o después.

Este deslenguado flojo de mollera se ha comportado como Sarkozy, como Berlusconi… Se está poniendo de moda en Europa la chulería de los altos cargos, el desprecio y el insulto al votante, al contribuyente y al peatón, por parte de gentes que no pueden permitirse mostrarse en público como son, que no pueden comportarse como chulos carcelarios, aunque lo sean en privado. No pueden, porque lo mínimo que se les pide al aceptar el puesto es que guarden las formas públicamente.

Si se cabrean, que se fastidien y se contengan. En caso contrario, que se predispongan a aguantar más críticas. Va en el cargo, qué quieren.

Pues bien: hay sujetos que han defendido esta ordinariez, que -es más- defienden al propio Aznar de los gritos y acusaciones -bien fundadas- que tuvo que escuchar. “Pobre hombre”, dicen. ¡En serio!

Esos mismos energúmenos, porque hace falta ser un energúmeno para defender a Aznar, a su gestión pasada, y a sus barbaridades presentes, fingen auténtica indignación cuando se les habla de John Cobra, un pobre desgraciado, carne de presidio, que reaccionó como un animal salvaje enjaulado -más o menos lo que es él- cuando el público del programa de TVE en el que actuó lo abucheó.

Claro, no es lo mismo un lumpenproletario como el tal Cobra -un don nadie, un mierdecilla cuya única actividad política consiste en salir ocasionalmente a la calle a vocear consignas fachas-, que un señor político, un ex presidente del Gobierno español, Aznar.

Claro que no es lo mismo, por supuesto que no lo es.

Lo de Aznar es mucho peor, ya está bien. Y es mucho más fácil meterse con el valenciano metido a mal cantante, un desgraciado que de hecho ha sido abucheado el único día de su vida en el que posiblemente sintiera que estaba haciendo algo que le hacía enorgullecerse de sí mismo. Mucho más fácil, dónde va a parar, que meterse con Aznar. Y mucho más rastrero.

¿Verdad, desvergonzados/as? Qué asco de gente, oigan.

Lo que es a mí, si esto fuera un concurso de indeseables, ten points for Aznar, dix points pour Aznar.

3 comentarios ↓

#1 Sergio on 02.26.10 at 2:44 pm

Hombre,la verdad es que no merece la pena cabrearse,
me gusta que la gente se muestre como es,cuando el rey fue recientemente a Barakaldo,mi pueblo,fue abucheado y eso me recuerda cuando el tambien hizo
otro gesto similar junto a Ibarretxe,mi veredicto:
Estúpidos,que se autodestruyan ellos solos.

Ahora lo que importa es que con la crisis,el sistema español dela constitución se tambalea,no hay mal que por bien no venga.

Ya dijo Garcia Trevijano,que el sistema actual no es representativo porque solo se representa a si mismo,
y que un cambio de gobierno de la mano de Aznar tampoco era la solución al sistema,¡ya en el año 1993!

#2 Belén on 02.27.10 at 9:40 pm

No, si a mí no me cabrea Aznar (con esas gilipolleces), sino la diferencia de trato con el tal Cobra.

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