Los falsificadores

El sábado vimos una película imprescindible: “Los falsificadores” (”Die Fälscher” en alemán), que por resumir es una obra maestra que se ha llevado este año el óscar a la mejor película en lengua extranjera. Es una producción germano-austriaca escrita y dirigida por Stefan Ruzowitzky, a partir de las memorias de Adolf Burger, uno de los héroes de la historia, de quien hablaré más adelante.

El personaje sobre el que gira la trama es Salomon (Sally) Sorowitsch, un delincuente que antes de ser internado en diversos campos de concentración nazis se ganaba la vida falsificando documentos oficiales, y cuya aspiración máxima era conseguir falsificar billetes de dólar estadounidense. Él, junto a otros hombres judíos con conocimientos específicos de banca e imprenta, es destinado por el Gobierno alemán a trabajar a destajo dentro de un campo de exterminio -en condiciones particulares-, para una misión secreta llamada Operación Bernhard, de la que no os diré nada por no desvelaros el apasionante guión de la película. Todo -o casi todo- lo que se cuenta en “Los falsificadores” ocurrió de verdad en la Alemania del fin de la segunda guerra mundial, y es ciertamente estremecedor.

El gran personaje (y el gran héroe) de la historia es Adolf Burger, un comunista judío nacido en la actual Eslovaquia que a los catorce años comenzó a trabajar como aprendiz de tipógrafo. Durante la segunda Guerra mundial, antes de que Eslovaquia comenzase a deportar a sus ciudadanos judíos a los campos de concentración alemanes en 1942, Burger fue considerado como alguien con habilidades imprescindibles para la economía del país, lo que lo libró temporalmente de ser deportado. Captado por la resistencia, comenzó a imprimir falsas partidas de bautismo para librar a los judíos citados para la deportación. Su actividad fue descubierta, y su mujer Gizela y él fueron arrestados el 11 de agosto de 1942 y deportados al campo de Auschwitz, donde Gizela fue asesinada más tarde ese mismo año. Él fue asignado a trabajar en la sección de nuevas llegadas, espantosa actividad que lo libró de la muerte. Tras once meses en Auschwitz-Birkenau fue seleccionado para la citada Operación Bernhard, y transferido al campo de concentración de Sachsenhausen, donde se desarrolla la mayor parte del film, en abril de 1944. De ahí fue trasladado al campo de Mauthausen en 1945, en donde fue liberado por el ejército estadounidense el 6 de mayo de ese mismo año. Burger dio en Sachsenhausen muestras de una valentía rayana en la locura, como podréis ver en el film, y su firme actitud ante las órdenes nazis lo enfrentaron radicalmente a algunos de los otros internos de su barracón. El propio Adolf Burger asistió al rodaje de la película, y revisó los borradores de todos los guiones personalmente.

Si habéis visto la película, ¿qué os ha parecido la actitud de Burger y las del resto de internos? Me gustaría saber vuestra opinión… pero procurad no revelar la trama, para no estropearles la película a los que no la han visto.

1 comentario por el momento ↓

#1 socioapatia on 03.17.08 at 7:06 am

Casi la veo el sábado, así que imagino que antes del siguiente caerá. Prometo pasarme y comentar.

Un saludo

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