De vez en cuando la vida

Hoy me he levantado mal. No con un disgusto grave, sino con una tristeza pequeña, de ésas que te llegan al alma, te hacen saltar las lágrimas y te dejan una mácula en el ánimo. He salido a la calle, a encontrarme conmigo misma, a pensar y a respirar hondo. No quería mirar a nadie, ni molestar a nadie, ni hablar con nadie. Tampoco me gustaba nadie. Lo mejor habría sido estar absolutamente sola, pero me he conformado por andar por lugares tranquilos.

En éstas, me ha llegado un rayo de esperanza. Hay una mujer que pide dinero de rodillas, en una de las esquinas entre Ayala y Alcalá. Otra bondadosa mujer se le ha acercado y le ha dado una bolsa llena de tarteras con comida preparada. También le ha dado un beso. Casi me hace llorar, pero de alegría.

Cómo son las cosas, ¿no?

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