Los coletazos del fin de semana

Isaura Navarro se desmarca

El sábado pasado vi parte de un debate acerca del incidente de la Cumbre de Santiago de Chile, en la cadena pública estatal Canal 24 horas. No pude seguirlo entero, como me habría gustado, porque teníamos entradas para el cine (más abajo os cuento). Varios representantes de partidos políticos españoles analizaban el exabrupto de Juan Carlos Borbón, con muy diferentes opiniones. El representante del Partido Popular defendía al Rey de España y aprovechaba para atacar al Gobierno, al que acusaba de haber puesto al Jefe del Estado español en esa incómoda situación. Por su parte, la representante del PSOE -una mujer de mirada torva y aspecto algo siniestro- defendía asimismo a Borbón, e insistía en que se vio obligado a comportarse así en defensa del presidente Zapatero, quien según ella estaría siendo injustamente atacado por varios mandatarios latinoamericanos. El representante de CiU habló del incidente más o menos en la misma dirección.

Cuando esperaba un tímido comentario acusador por parte de la representante de Izquierda Unida, cuya postura oficial ha estado más bien de parte de Chávez en este conflicto, me encontré con un ataque a Juan Carlos I sin ambages ni paños calientes. Isaura Navarro, que así se llama la diputada de IU a la que me refiero, dijo (y creo citar casi literalmente) que “Juan Carlos I no tiene derecho a mandar callar a un presidente elegido democráticamente, más teniendo en cuenta que él fue nombrado por Franco“. Además, Navarro tuvo un recuerdo para “todas las personas que están sufriendo los ataques del capital español en América Latina”, continente en el cual tantas injusticias sociales deberían resolverse de inmediato. Podéis imaginar el pánico que cundió en el resto de contertulios, y la premura con la que la moderadora del debate dio la palabra al resto de diputados participantes en el coloquio, para compensar las palabras de la representante de IU.

Es poco, pero es algo. Casi nadie lo vio y es probable que no se repita. Pero me sorprendió gratamente oír hablar así a una diputada de Izquierda Unida, y me alegró durante unos instantes. Mi teoría es que Isaura Navarro habló así porque en el Comité Federal hay ese ambiente respecto a Juan Carlos. La pregunta es, ¿por qué no se les nota nunca? ¿Por interés? ¿Por cobardía? ¿Por miedo a quedarse sin los pocos votos que tienen? Cualquiera sabe.

Todos son Alcaraz

Telemadrid, otra cadena pública pero cuyos dislates afortunadamente sólo afectan en general a una parte del Estado español (es autonómica, aunque ataca digitalmente a toda España), hizo el sábado una dedicada cobertura de la manifestación en Madrid de la AVT (Asociación de Víctimas del Terrorismo). Como si de un acontecimiento histórico se tratase, esta cadena pública dedicó varias horas a cubrir la “noticia” de una de tantas, y tantas, y tantas, manifestaciones que tienen lugar en mi ciudad, como si no hubiera lugar a que ocurriera otra, o como si no hubieran tenido lugar otras tantas idénticas, anteriormente.

El despliegue informativo era injustificado, disparatado, excesivo. Había una docena de periodistas entrevistando a diestro y siniestro, todos ellos sabiendo de memoria la historia de decenas de familiares de víctimas de ETA y el nombre de pila de todo aquél al que se dirigían. Todos los comentarios, en plató e in situ, eran hagiográficos, alabadores, ensalzadores. Había tanto jabón aquí y allá que el telespectador podría pensar que en Madrid no hay por ningún sitio apenas nadie que discrepe con Isabel San Sebastián, Irene Villa, Francisco José Alcaraz, Ortega Lara y María del Mar Blanco (hermana del asesinado Miguel Ángel) en sus apreciaciones de la realidad o en sus consideraciones acerca de si se debe o no negociar con ETA, o ilegalizar o no a los partidos políticos abertzales de izquierda.

Para mí fue un espectáculo alucinante. Las intervenciones de los periodistas de Telemadrid, de los espontáneos comentaristas callejeros, así como de los encargados de arengar a las masas llegadas a Madrid desde otras partes de España en autocares fletados para la ocasión, estaban salpicadas de comprensivas referencias a Alcaraz, el último héroe de la AVT, que se esforzaba en hacer pucheros a la cámara para aparentar emoción contenida. Parece que este señor tendrá que acudir a declarar esta semana a la AN por haber afirmado que el Gobierno de España es “el embajador de ETA”, algo que parece haber disgustado a la Fiscalía.

“Todos somos Alcaraz”, decían los oradores enfervorizados, “todos somos Alcaraz”, repetían henchidos de devoción y entrega.

Sí, desde luego. Todos sois Alcaraz. No se me ocurre mejor descripción.

La torre de Suso

Nos apetecía ir al cine, y nos gusta mucho Javier Cámara, así que decidimos darle una oportunidad a “La Torre de Suso“, la última peli estrenada en la que aparece este actor. Se trata de la ópera prima de su director, Tom Fernández, que se estrena en la dirección tras muchos años de funcionar como guionista para la televisión. Entre otras cosas hizo guiones para “Siete vidas”.

La conclusión es que Fernández tiene mucho que aprender. El guión es flojito, algunos personajes no se entienden, o no se explica su conducta, y las mujeres le salen inexplicablemente inflexibles y bastante antipáticas. A ratos la película resulta un poco ñoña, y hay momentos en los que perdí absolutamente el interés por la historia. Tiene algunos golpes buenos, momentos divertidos y conversaciones graciosas, pero no en número suficiente como para compensar la precariedad narrativa general.

En cuanto a los actores, están casi todos bien, y algunos espléndidos. Además de Javier Cámara (Cundín), merecen especial mención por su buen hacer Mariana Cordero (Mercedes, la madre de Cundo) y el gran Emilio Gutiérrez Caba (Tino, el padre).

Al director de fotografía, Carlos Suárez, le agradezco que retrate magníficamente los hermosos paisajes asturianos en los que se desarrolla la acción, pero le reprocho que saque tan mayores, feos, ojerosos y arrugados, a todos los miembros del reparto. No sé cómo lo consigue, pero no se salva ni uno.

Hay aún una cosa más, que sin duda cabe atribuir a la inexperiencia de la dirección, y que no tiene mayor importancia (aunque sembró el pánico en el patio de butacas): en varios momentos se ven claramente los micrófonos en lo alto de la pantalla.

Creo que olvidaré rápidamente esta película, pero pasamos un rato agradable.

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