Me di cuenta el otro dÃa, mientras aguardaba a que mi madre entrase en la consulta de su médico de cabecera. Desde la ventana del tercer piso del centro de salud se veÃa cómo ondeaba una gran bandera de España, en la puerta de la maternidad de la calle O’Donnell.
- Mira, para que no se diga que Espe no cumple la ley de banderas -comenté alborozada-. Qué ridÃculos son.
Pero lo que el otro dÃa me resultó más o menos risible, hoy me ha cabreado. Siempre me pasa con los afiliados y simpatizantes del Partido Popular: al principio puede que me hagan reÃr sus ocurrencias, pero al final siempre acabo enfadada.
Esta mañana he debido ir a recoger un protocolo para un tratamiento médico en el que estaré ocupada dentro de unos meses. En la puerta del Hospital Universitario Santa Cristina han aparecido -sé que antes no estaban allÃ- tres banderas más, vecinas a las de la cercana maternidad. Y si os parece poco pendón, os diré que en el edificio anexo al hospital, el Centro de Salud Goya, han crecido tres mástiles como tres soles, portadores de sendas enseñas regional, nacional y comunitaria.
El resultado es que en un espacio de más o menos 200 metros cuadrados ondean nueve banderas surtidas, a costa del presupuesto regional madrileño al que antipatriotras como yo contribuimos generosamente. Toca a bandera por cada 22,2 metros cuadrados. Para un estadio el dÃa de la inauguración de unos juegos olÃmpicos serÃa un poco escaso, pero para la calle O’Donnell de Madrid, y aledaños, creo que resulta excesivo.
Sobre todo, teniendo en cuenta que ese lote de estandartes adorna las fachadas de tres centros sanitarios. ¿Es posible que sea más importante llenar de banderas mi ciudad que reducir las listas de espera en la seguridad social? Tal vez, para según quién, asà sea.
Para mà no, ¿para cuántos s�
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