Aznar hizo ayer una encendida defensa de la “libertad individual” (sic), en una reunión de bodegueros castellanos y leoneses que le dieron no sé qué premio u honor. Este hombre, que está disparatado y además no tiene ninguna gracia por ningún sitio, cuando se encuentra a gusto es capaz de poner en funcionamiento los músculos horripiladores de todos los dirigentes peperos.
Imagino que el viniqui también colaboró a soltarle la lengua cuando quiso hacer gracietas respecto a la ley del vino que quedó en agua de borrajas, e incluyó en su broma a la campaña de la DGT para intentar rebajar el número de accidentes de tráfico. He aquà parte de su monólogo: “A mà no me gusta que me digan ‘no puede ir a más de tanta velocidad, no puede comer hamburguesas de tanto y además se le prohÃbe beber vino’, déjeme que decida por mÃ, en eso consiste la libertad. (…) Es como esos letreros por las autopistas que dicen ‘no podemos conducir por ti’. ¿Y quién te ha dicho a ti que quiero que conduzcas por mÃ? Déjeme que beba tranquilo, mientras no ponga en riesgo a nadie ni haga daño a los demás.”
Me hacen gracia estos defensores de la libertad personal. Qué graciosos y qué salaos.
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